martes, 25 de febrero de 2014

Aquella que en marzo llegó...

Marzo... el calor del tercer mes, la vida nueva, mi mes; todos mis inicios importantes.

La primavera llega con el luminoso sol, como ofreciendo una nueva oportunidad cada vez...

Recuerdo bien que la tarde despertaba luego de que la mañana había agotado su turno para bañarnos en esta ciudad tan nuestra. 

Quizá aquella que en marzo llegó no lo sepa, pero el verde de una hoja había anunciado su llegada al llorar con el rocío matinal su última gota de ese día; cayó tan lentamente que me fue inevitable atraparla.

Esa lágrima extinta en mi mano derecha borró una sensación de vacío que me perseguía de mucho tiempo atrás. 

Nombre de miel y ladrona de sonrisas, no podía sin embargo ocultarme la cristalinidad de su mirada atrapada por un dolor mudo... 

Vi los ojos tristes y melancólicos que no habían roto antes el injusto muro construido por la miseria de un destino burlón.  

Fue el nuevo comienzo de la vida. ¿O es que acaso se puede pensar que sólo pasa cuando el mundo dice "hola"?

Escribimos una historia con más de una tinta desde ese día, capturada para siempre con los rayos del sol como testigos de todos los sabores que debimos probar antes de poder saciar el hambre de un amor que siempre nos esperó. 

Aquella que en marzo llegó no lo sabe, pero mi vida comenzó de nuevo con ella... 

Aquella que en marzo llegó me dio el regalo de volver a la vereda de la luz, el color y los olores que abrieron nuevamente la percepción de un futuro.

Las hojas que recogieron el rocío de sus ojos, capaz de romper aquel muro en el mejor momento de esa tarde, hoy se bañan en gozo... 

Aquella que en marzo llegó me regaló nuevos sueños... y esos sueños llevan su nombre: Pamela.